"De hecho, los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios, ni innovadores, son tradicionalistas" (Papa san Pío X)

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domingo, 14 de abril de 2019

Lunes Santo

Seis días antes de la Pascua volvió Jesús a Betania, donde Lázaro había muerto, a quien Jesús resucitó (Del Evangelio del Lunes Santo - Jn. Cap. XII)


Del tratado 50 de san Agustín sobre el Evangelio de san Juan:


Jesús, pues, seis días antes de la Pascua vino a Betania, donde había muerto Lázaro, a quien levantó Jesús. Pues bien, le hicieron allí una cena y Marta servía; Lázaro, en cambio, era uno de los que se habían puesto a la mesa. Para que los hombres no supusiesen que él había sido hecho un fantasma porque, muerto, resucitó, era uno de los recostados; vivía, hablaba, tomaba parte en el festín; la verdad se mostraba, la incredulidad de los judíos era confundida. Se había puesto, pues, a la mesa el Señor con Lázaro y con los demás; servía Marta, una de las hermanas de Lázaro.


En cambio, María, la otra hermana de Lázaro, tomó una libra de perfume de nardo pístico, caro; ungió los pies de Jesús y con sus cabellos enjugó los pies de él, y la casa se llenó con el olor del perfume. Hemos escuchado el hecho; investiguemos el misterio. Tú, cualquiera que quieres ser una persona fiel, con María unge con perfume caro los pies del Señor. Ese perfume fue la justicia; por eso hubo una libra; además era perfume de nardo pístico, caro. Respecto a lo que asevera, pístico, debemos pensar en algún lugar de donde era este perfume caro; sin embargo, este adjetivo no es ocioso y está óptimamente en armonía con un sacramento. Pístis se llama en griego a la fe. Intentabas poner por obra la justicia: El justo vive de fe. Unge tú los pies de Jesús: viviendo bien, ve en pos de las huellas del Señor. Enjúgalos con los cabellos: si tienes cosas superfluas, da a los pobres y has enjugado los pies del Señor, pues los cabellos parecen cosas superfluas del cuerpo. Tienes qué hacer con tus cosas superfluas; para ti son superfluas, pero para los pies del Señor son necesarias. Los pies del Señor pasan quizá necesidad en la tierra. En efecto, ¿de quiénes, sino de sus miembros, va a decir al final: «Cuando lo hicisteis a uno de mis mínimos, a mí lo hicisteis? Habéis gastado vuestras cosas superfluas, pero os habéis dedicado a mis pies».



Pues bien, la casa se llenó del olor, el mundo se ha llenado de la buena fama, porque olor bueno es la buena fama. Quienes viven mal y se llaman cristianos, hacen una injuria a Cristo; de quienes son así está dicho que por su culpa se denuesta el nombre de Dios. Si por culpa de tales individuos se denuesta el nombre de Dios, mediante los buenos se loa el nombre del Señor. Escucha al Apóstol: Somos en todo lugar, afirma, olor bueno del Mesías.