Del tratado 50 de san Agustín sobre el Evangelio de san Juan:
Habiendo visto los Judíos a Lázaro resucitado, por lo mismo que un tan grande milagro del Señor, era patente de tal suerte que no podían ocultar ni negarlo que se había realizado, ved lo que maquinaron: “Los príncipes de los sacerdotes pensaron de qué manera darían la muerte a Lázaro”.
¡Oh necio pensamiento y ciega maldad! Nuestro Señor Jesucristo, que pudo resucitar a un muerto de enfermedad, ¿no podría acaso resucitarle si le diesen la muerte? Al dar la muerte a Lázaro, ¿por ventura quitaríais el poder al Señor?
Si os parece que no es lo mismo resucitar al que ha muerto que resucitar al que ha sido muerto, he aquí que el señor realizó ambas cosas: resucitó a Lázaro muerto, y a si propio a quien crucificaron.